Uno de los grandes retos que se plantea FUNDABEM es el comenzar a trabajar con los hermanos de nuestros usuarios. Entendemos que ellos son una pieza clave en el futuro, en muchos casos, de las personas con capacidades diferentes a nivel intelectual.
Para comenzar con este proyecto, vamos a conocer esta dualidad de cerca, para lo cual vamos a ver dos videos que pensamos os pueda interesar y dar una idea de cuál es el objetivo de este proyecto. El primero de ellos es uno de reciente presentación en junio de 2016, un reportaje emitido en La Sexta y que, bajo el título de “Hermanos”, visbiliza la vida de los héroes que cuidan de familiares con capacidades diferentes y que explican cómo los hermanos son fundamentales pero mucho más para una persona con una discapacidad, porque ellos se convierten en amigos y cuidadores y, por eso, asociaciones de personas con discapacidad intelectual realizan talleres con ellos. Puedes verlo en este enlace.
El segundo de los vídeos es el clásico de 2004 “Los hermanos de personas con discapacidad: una asignatura pendiente”, un trabajo producido por Blanca Nuñez y Luis Rodríguez con el apoyo de la Fundación Telefónica y fue producto del libro “Una Asignatura Pendiente”. El mismo se publicó en Argentina, Brasil y España, se agotó y los autores promovieron un nuevo libro “Los hermanos de personas con discapacidad: Vivencias y Apoyos”, que tiene como destinatarios principales a familiares y profesionales de la salud y la educación que estén interesados en lograr un mayor acercamiento emocional al hermano de la persona con discapacidad.
LOS PRINCIPES DESTRONADOS
“Debemos ser los hijos 10, y pocas veces nos dan una palabra de aliento. Parece que es nuestra obligación ser maduros, buenos alumnos, no dar nada de trabajo”. La muchacha que habla tiene 14 años, un hermano de 11 con sordera profunda y las mismas emociones contrapuestas -sentimiento de culpa incluido de muchos hermanos de personas con discapacidad. Con el padre y la madre volcados en el vástago que consideran más necesitado de apoyo, a ellos les toca el papel de “príncipes destronados”: relegados emocionalmente en casa, desinformados en un ambiente sobreprotector de “secreto de familia” y casi aislados en una sociedad que todavía reserva el protagonismo de los grupos de autoayuda a los progenitores.